«El verano es frecuentemente tiempo de descubrimentos y de nuevos encuentros. Cambiar de horizonte nos ayuda a reflexionar sobre el sentido profundo de nuestra vida. Nos posibilita entablar nuevas amistades y sin embargo experimentar cierta soledad. ¿Soledad? ¡Nunca estamos solos! Este alto en el camino puede hacernos descubrir a nuestros amigos celestiales, ¡invisibles sí, pero tan cariñosos como poderosos! Frecuentemente el Padre Pío solía ver el ángel custodio de quienes se confesaban con él. Cierto día, un joven francés, seminarista en Roma, fue a confesarse con él. Después de haberle dado la absolución, el Padre le preguntó: “¿Le reza usted a su ángel custodio?” Pero el joven, sonriéndose, le dijo que las historias de los ángeles eran puro cuento. Al instante recibió un cachetazo del Padre Pio quien exclamó: “¡Estúpido! estoy viéndolo a su lado” (Los cachetazos del Padre Pío fueron siempre causa de grandes conversiones). Este joven se convirtió en un ferviente sacerdote, el padre Derobert, que siempre quedó en contacto con el Padre Pío.

¡Nuestros ángeles nunca nos abandonan! Deberíamos recordar su fiel presencia y rezarles, pues nos ayudan a caminar por la vía que el Creador ha preparado para nuestra vida terrenal. En Medjugorje, la Virgen pidió que cada miembro del grupo de oración trabara amistad con su ángel custodio y le escribiera una carta. ¡Este nuevo amigo les cambió la vida! Nuestro ángel conoce nuestra vocación, única, y nos ayuda a realizarla. Él estará con nosotros en el Cielo y también en el Purgatorio si tenemos que pasar por allí por un cierto tiempo.»

© Children of Medjugorje del mes de julio de 2022

Sor Emmanuel

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