«“El mes pasado tuvimos un terremoto en Medjugorje. Eran aproximadamente las 11 de la noche y estaba casi dormida cuando sentí el primer sacudón. (Ver PS 1). Me sorprendió la calma ‘sobrenatural’ que me invadió en aquel momento. Escuché resonar en mi interior una pequeña estrofa del Salmo 46 ‘… aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar…’. Como estaba medio dormida no tuve la presencia de espíritu de continuar con el salmo, pero sabía que era una invitación a confiar, en la certeza de que Dios es nuestro refugio y fortaleza. Y esto me bastó.
Fue como si me envolviera la certeza de que no debía temer mal alguno porque Dios velaba por mí. Fue una experiencia maravillosa: la de ver la Palabra de Dios viva y actuante en las profundidades de nuestro espíritu con extraordinaria eficacia. Hace algunos meses, me había tomado el tiempo de leer con detenimiento este salmo. Lo había meditado con atención haciéndolo descender frase por frase a mi corazón y vivenciando cada palabra. Es como si hubiera introducido en mi corazón un tesoro que el Espíritu Santo había ‘activado’ en la circunstancia concreta del terremoto”.
(Aquella noche, nos encontramos Judith, otra hermana y yo en la escalera ¡y su temple me impactó!)
PS 1. Un terremoto de 5,7 de intensidad con epicentro en Bosnia Herzegovina tuvo lugar el 23 de abril pasado. Hubo varios sacudones y daños materiales. Igualmente hubo varios heridos y se produjo el deceso de una joven de Stolac. También fue sentido en Croacia, Montenegro y Serbia.»
La confianza y fe en ese Dios de Amor, nos da la tranquilidad en su protección y su cercanía en nosotros y la seguridad en Su Palabra y Promesas.