«Hoy en día muchos jóvenes mueren de manera terrible, ya sea en accidentes automovilísticos, por sobredosis, o por suicidio… El testimonio de Philippe Coutel es muy aleccionador. Tres miembros de su familia habían muerto ahogados a raíz de un temporal y ninguno de ellos practicaba su fe, sino que por el contrario vivían de manera bastante “desordenada”. Muy afligido, Philippe se inscribió en uno de los retiros del Foyer de Charité como requisito para poder visitar a la mística Marthe Robin -que tenía el don de ver las almas-, esperando recibir de parte de ella alguna noticia sobre el destino final de sus familiares. Sin embargo, durante la entrevista que mantuvo con ella, no se atrevió a preguntárselo. Marthe debió adivinar su preocupación, ya que le pidió al sacerdote que predicaba el retiro que dijera lo siguiente:
“Cuando un joven muere sin conocer a Jesús, antes de su juicio definitivo transcurren muchas horas, incluso a veces varios días, en que el Señor se manifiesta a él en todo su esplendor y le pregunta: ¿quieres recibir mi amor? Generalmente el joven acepta”.
Al padre Maurice de Lesseps, que se inquietaba por el destino del sobrino de uno de sus amigos, muerto de manera perturbadora a la salida de una discoteca, Marthe le dijo: “Padre, el alma recibe una gran iluminación en el momento de la muerte y pocas almas rechazan a Dios, especialmente los jóvenes”.
En mis contados retiros en el Foyer de Charité de Châteauneuf de Galaure, cuando era joven, escuché varias veces palabras de Marthe acerca de los agonizantes y de las muertes súbitas: “El Señor prepara al alma aún en estado inconsciente” Escuché un testimonio según el cual Marthe había bilocado para asistir a una persona que agonizaba en soledad. Esto debe haber ocurrido varias veces. Solía bilocar también en China; país por el cual sentía una atracción muy especial a causa de los numerosos mártires que allí sufrían y morían. Sólo en el Cielo conoceremos todos los viajes y salvatajes realizados por esta gran santa que nunca abandonó su lecho de dolor por más de 50 años.
Ella decía: “Hay un tiempo después de la muerte clínica cuando le es dada al alma la elección definitiva de su eternidad. Este tiempo varía en extensión siendo más corto después de una larga enfermedad y más prolongado en los casos de muerte repentina”. Marthe se interesaba mucho por los agonizantes e insistía sobre la necesidad de orar junto a ellos, así como también después de su muerte clínica. En efecto, para cada uno de nosotros, en ese momento de verdad donde la mentira, la ilusión y la confusión desaparecen, el alma se encuentra desnuda frente a la realidad de su vida y de su corazón y ante la verdadera Luz que también es Misericordia. Es ahí cuando puede arrojarse en los brazos de ese Dios que quizás jamás haya conocido en la Tierra, o rechazarlo para siempre. Nuestras oraciones son entonces de suma importancia. En realidad, el alma elige en ese momento entre el Cielo con Dios o el Infierno sin Dios, que son los dos únicos destinos posibles y eternos, siendo el Purgatorio la antecámara provisoria del Cielo.
Aunque los trámites funerarios requieren nuestra rápida atención, permanezcamos el mayor tiempo posible junto al difunto para formar una muralla de protección por medio de nuestras oraciones. La Coronilla de la Divina Misericordia, recomendada por el mismo Jesús a santa Faustina, es muy poderosa y puede ablandar los corazones rebeldes más endurecidos.»
Por eso, SIEMPRE, hay que orar a Dios Padre por el Alma de la persona fallecida, para que en su Infinita Misericordia la lleve al Cielo!!!!
El Amor del Altisimo es Infinito, lo mismo que su Misericordia, siempre está dispuesto a ofrecerle al pecador su Infinita Clemencia, pues no quiere se pierda ningún Alma de sus Hijos.