«La exhortación de la Virgen a que miremos la cruz no está por cierto desconectada de la ola de inquietud suscitada por el coronavirus que ha comenzado a extenderse a lo largo de China y otros países en estas últimas semanas. María nos proporciona el remedio antes que conozcamos la enfermedad. Contemplar la cruz es fuente de sanación, de paz y de luz. Jesús nos ofrece la salvación que brota de su Corazón abierto. Recientemente, la Santísima Virgen nos ha dicho: “Vendrán pruebas… si ustedes son míos, vencerán, porque su refugio será el Corazón de mi Hijo Jesús”. Nuestra Madre no nos ha escondido las dificultades venideras. La misma naturaleza se rebela contra el hombre. El relato del Éxodo y de los hebreos en el desierto nos ayuda a reubicarnos frente a Dios. El pueblo hebreo había olvidado al Dios vivo que los había salvado de la esclavitud para volverse hacia los falsos dioses, los ídolos de entonces. Pero Dios ama a su pueblo y no quiso que perdiera el tesoro de la verdadera fe pervirtiéndose. Permitió que surgieran serpientes cuyas mordeduras eran mortales. Moisés intervino entonces, colocando sobre un mástil una serpiente de bronce y cuantos lo miraban quedaban curados. Esta imagen prefiguraba ya la cruz de Cristo y la salvación ofrecida a los hombres por medio de Jesús cuando fue colgado sobre el leño de la cruz. “Quien mire hacia él quedará resplandeciente” (Sal 34, 6). Recordemos esta afirmación de tantos santos: cuando contemplamos las heridas de Cristo, las nuestras se sanan, pero cuando miramos nuestras propias heridas, nos vamos a pique… “Por sus heridas fuimos sanados” (Is 53, 5
Algunos países han decidido expulsar a Cristo de sus fronteras. La cruz allí está prohibida, la educación cristiana gravemente sancionada, los creyentes perseguidos, etc. Pero ¿a qué puede llegar una nación sin el Salvador? “El mundo sin Jesús no tiene futuro”, nos dice la Virgen María. Jesús, en su humildad, no fuerza las puertas que le son cerradas, respeta nuestra libertad y se repliega. ¿Pero quien viene a ocupar ese vacío? La historia nos muestra que el hombre sin Dios, librado a sí mismo y a sus propias fuerzas no llega lejos. Se inventa falsas salvaciones y busca la felicidad allí donde ésta se pierde. Termina hasta por olvidar el buen sentido común, pisoteando la ley natural. Ante este tipo de acontecimientos, como lo es la aparición de un virus, siempre tenemos el derecho de interpretarlo en forma de advertencia, no para asustarnos sino a fin de que se despierten nuestras conciencias y nos arrodillemos. Que el virus se propague o no, lo esencial es pedir la gracia de saber discernir los signos de nuestro tiempo y orar mucho. ¡Menos comentarios y más oraciones!
Por cierto, Dios no nos envía una epidemia o un ciclón. Dios nunca es culpable; en ningún caso podemos hacerlo responsable del mal. (Ver PS 2, lo que dice al respecto Sor Lucía de Fátima). Pero si Dios no es invitado a habitar con su pueblo, si el hombre cree que puede arreglárselas sin Él, Dios retrocede y la protección que quería dar a ese pueblo desaparece. Entonces, en su deseo constante de salvar al hombre, deja que actúe el enemigo. Toda clase de desgracias sobrevienen y el hombre termina por clamar a su Salvador. Sólo Dios puede sacar bien del mal y transformar una tribulación en una bendición. El peso del sufrimiento es muy grande, pero unido al de Cristo, se vuelve fecundo y redentor. Por eso María nos indica una vez más la salida: ¡su mismo Hijo! “En la cruz se encuentra la salvación” Los primeros cristianos pronto lo vivenciaron: “No existe bajo el cielo otro Nombre por el cual podamos alcanzar la salvación” (Hch 4, 12)
Queridos hermanos y hermanas, a nosotros nos toca actuar. ¡Que hoy sea el día en que comencemos a encomendarnos a Dios -o volvamos a hacerlo-, y a vivir su Palabra! El curso que tome la historia, y una gran parte de lo que pueda ocurrir, depende de nosotros. No tenemos noción del poder de la más ínfima de nuestras oraciones, y del menor de nuestros pequeños sacrificios ofrecidos a Dios. El Cielo nos agradecerá siempre el mínimo paso que demos a favor de la vida de nuestros hermanos necesitados y también de la nuestra”.»
Para Mi guardarla en mis asuntos importantes.
Hermoso mensaje!! Viva la Santísima Trinidad y la Santísima Virgen María, junto a toda la Corte Celestial !! Debemos estar unidos al Cielo para luchar juntos y no perder fuerzas. La Cruz bendita del Señor sea nuestro estandarte. Amén!!!!
El sáb., 23 de may. de 2020 08:03, ROSAS PARA LA GOSPA escribió:
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