«El venerable Fulton Sheen, gran predicador americano, decía: “No se fijen en los sacerdotes, no se fijen en los obispos. ¡Esto depende de ustedes!” Dicho de otro modo: primero examinémonos nosotros mismos. Cierto día, queriendo provocar a la Madre Teresa de Calcuta, un hombre le señalaba algunas falencias de la Iglesia. Ella, posando sobre él su mirada penetrante (especialidad de la Madre Teresa) le dijo: “Hermano, la Iglesia sólo tiene dos problemas: ¡Usted y yo!”.
Para no lastimar más a nuestra Iglesia con palabras inútiles, sino por el contrario llenarnos del Espíritu Santo y ser en su seno un pilar de amor, sugiero que todos hagamos esta sencilla consagración al Espíritu Santo y nos dejemos transformar por Él. Nuestra transformación hará que toda la Iglesia se eleve y sane de muchos males.
Consagración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, te consagro todo mi ser. Transfórmame por María, en María y con María en otro Cristo. Bajo la protección de San Miguel Arcángel, me abandono enteramente a tu divino obrar. Sé nuestra luz en este tiempo de oscuridad, sé nuestra fuerza en este tiempo donde el demonio viene a debilitarnos y sé nuestro guía ayudándonos en nuestro combate contra las fuerzas del mal. Inspírame qué debo hacer para gloria del Padre, para mi propia santificación y la salvación del mundo. Amén.»