«Ante incertidumbres de todo tipo que nos circundan hoy en día, el miedo a la muerte se hace sentir en muchos corazones. Igualmente, poseemos antídotos frente a esta herida sutil y destructora que paraliza e impide que torrentes de paz divina nos envuelvan. En uno de mis videos, he lanzado esta exhortación: “¡Consagra tu muerte, sana de tu miedo!” Esto es necesario más que nunca … ¿Cómo lograrlo?

Ante todo, debemos tener la certeza inquebrantable de que hemos nacido de Dios, del Dios Creador que tiene un plan de amor sobre nuestra vida, un plan perfecto tanto sobre la calidad de nuestro caminar en la Tierra como sobre nuestra felicidad eterna. Nuestro Creador conoce el momento de nuestra concepción, así como conoce el momento en que vendrá nuevamente a llevarnos con Él.

Por lo tanto, podemos confiar plenamente en Él y abandonarnos a su designio de amor que se despliega siempre en favor nuestro. Pero nosotros, tentados por nuestra imaginación (llamada muy justamente la loca de la casa), nos atormentamos pensando: ¿y si fuera mañana? ¿o en el curso de este año? Y nos preocupamos, sufrimos por anticipado una tribulación ficticia, sin fundamento. Perdemos así la luz necesaria para realizar buenas elecciones y nos agitamos. ¿Cómo volver a estar serenos? Consagrando por anticipado a Dios el momento de nuestra partida de este mundo al Otro. “Señor, creo que tu plan para mi vida es el mejor, te consagro el instante de mi muerte, aquel que Tú has elegido para mí y adhiero de todo corazón a este plan, sea cual fuere. ¡Confío plenamente en ti! ¡Haz que todo sea para gloria tuya!” Si consagramos nuestra muerte a Dios, ella le pertenece y Él se ocupará de disponer todo. También allí, el abandono en las manos de Dios nos libera y nos sana. Podemos igualmente consagrarle la forma que elegirá para llevarnos. ¡Así nos libraremos de tantos miedos inútiles que nuestra imaginación nos impone!

Queridos hijos, nos dice María, su vida no les pertenece” (25-12-1992)

¡Continuemos adentrándonos en este proceso de liberación! Consagremos a Dios la partida de nuestros seres queridos y la forma de su muerte. Este proceso es tan importante como el primero, porque nuestra imaginación nos lleva a anticipar el dolor de la ausencia, lo que nos resulta insoportable. Sin embargo, este abandono y esta adhesión al designio de Dios para nuestros prójimos es indispensable para que mantengamos nuestra paz interior. Un día, una mujer me contó que el pensamiento de que su marido pudiera morir de un día para el otro la perseguía constantemente. Sin embargo, tiempo después me enteré que ella lo había precedido en su partida.

La paz del corazón es siempre el fruto de un combate, y nuestro abandono en las manos de Dios es una gracia que debemos pedir porque, por naturaleza, siempre queremos controlarlo todo. Debemos agregar que la oración es una conversación con Dios, con nuestro mejor Amigo, y que podemos expresarle todos nuestros deseos, tal como lo hace un niño con su padre. ¡Una oración humilde puede obtener tantos beneficios de parte de Dios! Santa Teresita decía: “El secreto de la felicidad consiste en maravillarnos de todo lo que el Buen Dios nos envía” »

© Children of Medjugorje del mes de noviembre de 2023

Sor Emmanuel

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