«Un sacerdote italiano, a la vez párroco y exorcista, me contó que una mujer le había pedido que bendijera al niño que llevaba en su seno, a lo que accedió muy feliz. Esta bendición es fuente de grandes gracias, aunque pocas madres piensan en pedirla. Mientras la pronunciaba, el padre posó su mano sobre el vientre de la mujer y de inmediato el niño comenzó a saltar con fuerza, golpeando la mano del sacerdote como si quisiera tomarla para captar ávidamente toda la gracia que estaba recibiendo.
El magisterio de la Iglesia afirma que, desde el momento de su concepción en el seno materno, el niño recibe su alma de parte del Creador. Se trata verdaderamente de una nueva creación, tan hermosa que causa la admiración de los Ángeles. ¡Pero, aunque el cuerpo de este pequeñito sea diminuto, su alma ya está totalmente presente! Esta alma, apenas salida de las manos del Creador, está dotada de una gran sensibilidad ante las realidades divinas y en particular de una profunda “conciencia de amor”. Por supuesto, ni el cerebro de este niño ni su uso de razón están aún desarrollados para comprender, pero él ya está provisto de “antenas naturales” que le permiten percibir con agudeza ciertas realidades. Por ejemplo, el tipo de acogida que le reserva su mamá. ¿Está feliz de traer un hijo al mundo o está contrariada por este embarazo? ¡Las consecuencias de lo uno o lo otro serán muy diferentes para el porvenir del niño!
En el caso que les relato creo que el niño, gracias a su profunda conciencia de amor, percibió la cercanía de la gracia ofrecida por la bendición divina a través del sacerdote, al punto que su madre quedó conmovida. Este sacerdote me comentó que había tenido la misma experiencia en repetidas oportunidades.»
© Children of Medjugorje del mes de diciembre de 2023
