«Después de la guerra de los Balcanes, mis amigos mexicanos vinieron a Medjugorje con un grupo de 45 peregrinos, de los cuales 15 eran sacerdotes. Como uno de los sacerdotes tuvo que anular su viaje, lo reemplazó otro peregrino. Dejo que Emilio, el responsable del grupo, les comparta lo que él considera como uno de los acontecimientos más increíbles de su vida:
“Desde el principio del viaje, nuestro grupo se sintió molesto con este nuevo peregrino que tomaba mucho e incluso incomodaba a las mujeres. Era agresivo y absolutamente irrespetuoso. Hete aquí que el reemplazante del sacerdote que había anulado su viaje era ¡otro sacerdote! Nada en su forma de vestir y de actuar dejaba traslucir que se tratara de un consagrado.
Llegados a Roma, primera etapa de nuestro viaje, este personaje desapareció por 4 días y nadie sabía dónde estaba. Sólo reapareció el día de nuestra partida hacia Split, manifestando abiertamente su fastidio por tener que ir a Medjugorje, ‘aquella pequeña aldea perdida entre las montañas’. Su actitud y su arrogancia se volvían cada vez más insoportables y detestables.
El primer día en Medjugorje, nuestro grupo tuvo un encuentro con la vidente Vicka que daba a conocer los principales mensajes de la Virgen y su testimonio personal a peregrinos de todas las lenguas. Después de su charla, ella acostumbra rezar sobre cada peregrino en forma individual. Mi esposa y otro amigo se encontraban esperando en fila cerca de este sacerdote. Cuando le llegó el turno, éste comenzó a emitir sonidos semejantes a gritos de animales y también vomitó. Sin embargo, Vicka conservaba la calma y seguía rezando en paz, confiada en que María se encargaría de aquel insólito peregrino. Finalmente, Vicka alzó su mano mientras continuaba su oración silenciosa y este hombre inmediatamente huyó de allí, profiriendo un horrible grito. Vicka continuó rezando por nuestro grupo, posando en silencio las manos sobre nuestras cabezas.
El último día de nuestra peregrinación hacía mucho frío y nevaba copiosamente. Sólo cuatro de nuestros peregrinos insistieron en subir al Krizevac, con gran entusiasmo. A pesar de que carecíamos de suficiente abrigo y no teníamos el calzado apropiado, estábamos felices de poder escalarlo.
No había un alma en la calle a causa del viento glacial. Nos dirigíamos hacia el monte y estábamos cerca de la iglesia cuando de pronto oímos una voz que desde lejos nos llamaba a los gritos. ¡Era aquel sacerdote! Al acercarse nos preguntó adónde íbamos y quiso unirse a nosotros, lo que aceptamos un poco a disgusto. Entonces fue a buscar un pequeño maletín con todo lo necesario para celebrar la misa (PS 1).
La subida fue muy difícil a causa del viento y de la nieve. Estábamos empapados y ateridos de frío. Llegados a la cima, nos sentamos en círculo para participar de la santa misa, y poco a poco fuimos envueltos en una atmósfera muy suave y calurosa que nos protegía del viento, del frío y de la nieve. Nuestra ropa rápidamente se secó. Una luz misteriosa nos iluminaba mientras se había hecho rápidamente de noche. La misa comenzó.
En el momento del ofertorio, el sacerdote se detuvo por unos minutos, se arrodilló y elevó su rostro hacia el cielo. Luego, con voz extremadamente alta, le pidió al Padre Celestial que le perdonara cada uno de sus pecados. Iba mencionando todos sus pecados en voz alta, llorando y suplicando la misericordia divina. Nos quedamos estupefactos y nos sentimos movidos a imitarlo; uno por uno, también confesamos nuestros pecados en voz alta.
En aquel momento vivimos la más hermosa experiencia de nuestra vida. Al final de la celebración, estábamos inmersos en la alegría del Espíritu Santo y no cesábamos de cantar. Descendimos del monte sin experimentar temor alguno a pesar de la noche cerrada. Una luz iluminaba cada uno de nuestros pasos y llegamos a la pensión a media noche. El sacerdote nos contó entonces cómo poco a poco había ido cayendo en aquella degradación. Decepcionado por una serie de obstáculos en su ministerio sacerdotal había bajado los brazos, hundiéndose en el alcohol y otras trampas funestas.
Ocho meses más tarde, compartió con nosotros su alegría de haber podido restaurar su parroquia al volver de aquella peregrinación y cómo, por gracia de Dios, había adoptado las riquezas espirituales de la Gospa en su ministerio pastoral: el Santo Rosario, la Eucaristía, la Adoración y demás mensajes principales de Medjugorje… En síntesis, ¡esta bella resurrección se expandió como gota de aceite en el agua!
Y nosotros, ¿qué enseñanza podemos sacar de todo esto? En este relato hay una parte que permanece y permanecerá en el secreto del Rey. ¿Qué ocurrió en el corazón de este sacerdote entre la oración en casa de Vicka y el momento en que quiso subir al monte con aquel pequeño grupo en un frío glacial? La oración… ¡El verdadero milagro se encuentra allí! La oración fervorosa de todo el grupo y la de Vicka obtuvieron que aquel corazón extraviado reencontrara el camino de la paz. La oración ardiente obtuvo esta maravillosa efusión del Espíritu Santo en la cima del Krizevac y demás frutos que se derramaron para tantas personas y para toda la Iglesia.»
© Children of Medjugorje del mes de agosto de 2023
